Morosidad, ¿cómo poder controlarla?

La falta de liquidez provoca el cierre de muchos negocios y uno de sus enemigos es la morosidad. Los retrasos en el cobro de las facturas lastran la economía de los autónomos y pymes que, a su vez, acaban también en riesgo de no pagar a tiempo.

Ni siquiera la legislación actual, que establece un plazo máximo de pago, logra controlar la hemorragia. Por no decir que entre los incumplidores no se salvan ni las entidades de la Administración Pública.

Para evitar el efecto contagio, desde Circulantis ofrecemos un renovador sistema de factoring como solución natural ante la incertidumbre en los cobros. Esta alternativa permite anticipar el dinero de las facturas para fortalecer la tesorería.

Es esencial combatir la trampa de la morosidad porque tiene graves consecuencias: pone en riesgo a muchas empresas y, en conjunto, genera desconfianza y exclusión financiera.

Para saber cómo evitar la morosidad hay que entender su repercusión, detectar los riesgos y aplicar las medidas adecuadas para reducirla lo máximo posible.

¿Qué es la morosidad?

La morosidad se manifiesta cuando una persona física o jurídica retrasa el pago de alguna de sus deudas.

Se empieza a cuantificar a partir de la fecha pactada para realizar un pago sin que este se haga efectivo. O a partir del plazo legal establecido para esa operación.

Por tanto, mide el grado de impuntualidad o tardanza en pagar, lo que en algunos casos puede derivar en una insolvencia definitiva.

Desde hace años, están regulados los plazos para el cobro y pago de las facturas, en el ámbito privado y para la Administración. Entre las empresas el plazo máximo es de 60 días y el sector público tiene solo 30 días desde que aprueba la factura.

Por desgracia, la legislación no es demasiado efectiva y ni siquiera controla el abuso de poder de las grandes empresas. Las compañías del IBEX 35, por ejemplo, triplican el plazo máximo de pago y ahogan a las pymes.

Listados de morosidad

En términos bancario se considera moroso a aquel cliente que acumula tres recibos sin pagar.

Este límite (el equivalente a 90 días de retraso) lo toman también como referencia las compañías que gestionan listas de morosidad. Se trata de bases de datos que recogen los incumplimientos de empresas y particulares.

Entre los listados de referencia están el Registro de Aceptaciones Impagadas (RAI), que incluye la morosidad de sociedades por encima de 300 €, y el Registro ASNEF (que incluye empresas y particulares).

Aparecer en estas listas es un quebradero de cabeza para cualquier autónomo o pyme.  Son listados públicos que pueden consultar todas las compañías financieras. Para alguien incluido puede implicar la asfixia financiera porque se le negará la financiación que solicite.

De hecho, aunque una empresa satisfaga su deuda, al tratarse de ficheros automatizados puede pasar bastante tiempo hasta que se corrija la información.

Listados oficiales:

En el sector bancario es el Banco de España el que gestiona y supervisa el riesgo de crédito. La Central de Información de Riesgos del Banco de España –CIRBE- recoge todo el crédito bancario, codifica cada tipo y cuantifica la deuda impagada.

También Hacienda publica cada año, desde 2015, la lista de grandes morosos fiscales.

¿Cómo se mide?

La morosidad se suele medir en días o en tasa porcentual.

En el primer caso, se calcula el periodo medio de días de retraso que se acumulan en un determinado momento y sector. Para ello, es importante tener datos muy actualizados y eso provoca que las cifras puedan variar según quién las presente.

Otra forma de medirla es a través de la tasa de morosidad. Es un indicador que se preocupa más por el volumen de mora que por los días. Refleja mejor los riesgos sectoriales y el impacto sobre la economía.

La tasa o porcentaje de morosidad relaciona el volumen de deuda en demora (créditos dudosos) con el volumen total de operaciones.

El indicador más significativo es la tasa de morosidad bancaria. De hecho, la mayoría de la financiación en España es bancaria, por tanto, los datos que recopila el Banco de España de todo el sector son una buena referencia.

morosidad como poder controlarla img1 - circulantis

En sus boletines estadísticos (cuadro 4.13) el Banco de España recoge el volumen total de crédito concedido por las entidades financieras y la parte que corresponde a crédito dudoso. De ahí se puede obtener la tasa de morosidad bancaria.

Se puede calcular en relación a la financiación por sectores productivos o la de los hogares.

La tasa de morosidad bancaria en el tercer trimestre de 2019 alcanzo el 5,14% (el 2018 se cerró con un 5,82%).

ENTIDADES DE CREDITO Y EFC

Total Crédito y total crédito dudoso (en millones de Euros)

Periodo Tasa morosidadCrédito totalCrédito dudoso
2019 – marzo5,72 %1 202 18068 844
2019 – junio5,35 %1.214.79065 068
2019 – septiembre5,14 %1.195.70161.505

Fuente: Banco de España

Reduciendo los datos a la financiación de actividades productivas:

ENTIDADES DE CREDITO Y EFC

Crédito total y crédito dudoso en la financiación de actividades productivas (en millones de euros).

Periodo Tasa morosidadCrédito totalCrédito dudoso
2019 – marzo6,64 %543.67836.148
2019 – junio6,10 %547.90133.438
2019 – septiembre.5,88 %539.79231.748

Fuente: Banco de España

Los datos indican que, aunque la morosidad está bajando, el crédito bancario se ha reducido bastante y las empresas son las más expuestas a la morosidad.

En todo caso, la medición de la morosidad es importante para analizar su evolución a lo largo del tiempo y buscar soluciones.

Tipos de riesgos

En las operaciones comerciales o de financiación en las que se concede algún tipo de crédito que genera una deuda hay distintos tipos de riesgos.

  • Riesgo natural. Cualquier financiación implica un riesgo. Incluso en aquellas con una probabilidad de cumplimento muy alta puede ocurrir alguna circunstancia que le impida al deudor cumplir con su obligación.
  • Riesgo dudoso. Se computa cuando el retraso en el pago supera los 90 días pero se mantiene la seguridad de que se acabará pagando.
  • Riesgo por fallidos. Este riesgo va más allá de la duda. Se refiere a los pagos dudosos que pasan a ser inciertos e incluso incobrables. Habría que dotar una provisión de insolvencia y, de ser definitivo, eliminar el derecho del balance.

Los bancos dan un gran valor a su gestión de riesgo y lo mismo ocurre con las compañías de financiación alternativa, en forma de préstamos entre particulares o P2P (crowdlending).

El control de riesgos en las operaciones de crowdlending es fundamental para que este nuevo modelo siga creciendo y se esté ganando la confianza de los usuarios.

En Circulantis, aplicamos la tecnología más avanzada para evaluar con precisión el perfil de riesgo de cada operación de anticipo de facturas que se publica en nuestra plataforma.

Efectos de la morosidad

La morosidad afecta al sector financiero y al productivo. Perjudica en conjunto a toda la economía.

Una tasa de morosidad bancaria alta contrae la financiación de los bancos y la encarece (elevando los tipos de interés y las comisiones). Los bancos necesitan aplicar estas medidas para absorber los riesgos de los clientes morosos o insolventes.

Por su parte, las empresas más pequeñas y los autónomos, que trabajan con menos margen de maniobra, son los que más sufren las penalidades de la falta de liquidez por mora.

La morosidad empresarial crea nuevos morosos, generando desconfianza entre sus empleados y acreedores.  Además:

  • Debilita la posición comercial.
  • Reduce la capacidad natural de crecimiento y de creación de empleo.
  • Complica el acceso a nueva financiación.
  • Puede conducir al cierre del negocio o un concurso de acreedores.

Las restricciones de crédito bancario, por los riesgos de impago, perjudican a los hogares y las empresas, castigando aún más las situaciones más delicadas.

Por eso, son importantes las soluciones de financiación alternativa, para abrir y oxigenar el sistema, y ofrecer más alternativas de liquidez para romper la cadena de morosidad.

Métodos para garantizar el cobro de una deuda

Los impagos son un problema serio y como tal requieren de una estrategia.

Las empresas deben buscar fórmulas para proteger sus operaciones comerciales y no poner en riesgo todo el  negocio. La clave es manejar distintas herramientas para asegurar el cobro.

Al negociar con un cliente la forma de pago se pueden poner encima de la mesa alguna de estas garantías:

  • Pagaré: Solicitar un pagaré es una garantía sólida y con fuerza legal. Es un documento que firma el cliente prometiendo que pagará el importe de la factura en la fecha establecida.
  • Aval: Un aval es un compromiso solidario de una persona física o jurídica que le obliga al pago en caso de que el deudor principal no lo haga. Algunos administradores se comprometen personalmente con la deuda de su sociedad.
  • Factoring: el factoring es una operación financiera que le proporciona a una empresa dos soluciones valiosas: se ocupa de la gestión de cobro de las facturas y anticipa los importes pendientes.
  • Seguro de crédito: Se trata de contratar un seguro para cubrir los posibles impagos.

Como primera medida los pagarés son una garantía fundamental. Pedir un aval cuando sea posible nunca está de más.

Entre las medidas que suponen un coste, el factoring supera al seguro de crédito porque libera de la gestión de cobro y permite adelantar el dinero pendiente.

Consejos para prevenir la morosidad

Las empresas también pueden calcular la tasa de morosidad de sus clientes, atendiendo a las facturas vencidas y sin cobrar sobre el total facturado. Reducir al mínimo esa tasa evitará los graves perjuicios que ocasionan los impagos.

Hay varias formas de evitar la morosidad en la empresa o, al menos, limitar los riesgos:

  • Optimizar la facturación. Es fundamental facturar sin errores, cumpliendo lo pactado con el cliente. Hay que entregar las facturas lo antes posible para no crear más demoras y hacer seguimientos de las fechas de vencimiento.
  • Tener bien documentadas todas las operaciones. No siempre llega con la factura. Hay que ordenar y archivar toda la documentación generada (sobre todo la firmada por el cliente): albaranes, presupuestos, contratos, etc.

En caso de reclamación los documentos firmados son una buena garantía.

  • Dejar clara la forma de pago. Es el punto esencial para evitar la morosidad. El cliente no puede tener excusas. Lo mejor es firmar un contrato, donde se recojan las condiciones, forma de pago, plazo, garantías, penalizaciones, etc.

Ya hemos indicado la seguridad que aporta trabajar con pagarés.

  • Buscar información. Para nuevos clientes o para operaciones importantes se debe buscar información sobre la situación financiera del comprador. Se pueden consultar los registros oficiales (registro mercantil y de la propiedad), los listados de morosidad o solicitar un informe comercial.
  • Fijar límites. En caso de desconfianza con algún cliente se le puede limitar el crédito o ser más exigente con los plazos y forma de pago.

Estas medidas suelen ayudar para reducir los impagos. Pero, incluso sin demoras, los plazos legales son amplios y puede haber problemas de liquidez en cualquier momento.

Es importante también, como estrategia, tener a mano un servicio de factoring o planificar anticipos de facturas para corregir cualquier déficit de tesorería.

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