El trabajo relacionado con la emisión de facturas y su gestión de cobro es una de las principales tareas administrativas para cualquier negocio. La capacidad de agilizar los cobros repercute en una tesorería y un balance más equilibrados.
En este sentido, el servicio de factoring puede ayudar a muchos autónomos y empresas a llevar a cabo esta función de forma más eficiente.
El factoring una solución que libera a las empresas de la gestión de cobro de sus facturas y tiene como valor principal la financiación del crédito comercial.
Es decir, desde Circulantis no solo nos encargamos de los trámites para cobrar en las fechas establecidas, sino que también contemplamos el anticipo del dinero de las facturas.
Factoring es la decisión de una empresa de externalizar la gestión de cobro, cediendo sus derechos comerciales (facturas, pagarés, certificaciones de obra, etc.) a favor de una entidad financiera.
Su nombre viene del término factor, que representa a la compañía financiera.
El factor se encarga de valorar el riesgo de cada operación. Este vendrá determinado por la solvencia de los clientes cedidos, como responsables últimos del pago de las facturas.
De ello depende que la entidad financiera apruebe la solicitud y también determina el coste del servicio. A mayor riesgo mayor coste.
Con el apoyo de una buena compañía de factoring como circulantis, las organizaciones mejoran su estructura financiera y sortean el riesgo comercial.
Financiación. El factor realiza anticipos por los importes cedidos. Puede ser mediante un sistema de cuenta, como una póliza de crédito, o mediante un sistema de descuento (descuento comercial).
En el descuento, los intereses se pagan por adelantado en el momento de recibir el dinero. El tipo se aplica sobre el nominal solicitado y puede ser fijo o variable (en función del plazo hasta el vencimiento de las facturas).
Gestión de cobro. Incluye todos los trámites de cobro de las facturas cedidas, con un ahorro en tiempo y costes para las empresas.
Cobertura de riesgo. El factor puede asumir el riesgo de impago de las facturas y encargarse de la reclamación. La empresa quedaría cubierta de cualquier insolvencia de su cliente.
Servicios adicionales. Control de los créditos y la cartera de clientes, asesoramiento, etc.
El Factoring también se aplica a los mercados internacionales (factoring de exportación). Ayuda así a la expansión de las empresas fuera del mercado nacional, gestionando el cobro de sus clientes extranjeros.
De hecho, el factoring de exportación está empujando con fuerza este modelo debido a la internacionalización de muchos negocios. Según la Asociación de Factoring, en 2018 se incrementaron las operaciones en un 13,45% gracias al dinamismo internacional.
Para un empresario, el objetivo principal de una operación de factoring o factoraje es la cesión de su crédito comercial para obtener financiación rápida a corto plazo.
El acuerdo se formaliza como un contrato de servicio y puede ser negociado con libertad al no estar sometido a una regulación específica.
Las partes implicadas en un contrato de factoring son:
Los firmantes son el cedente y el factor.
En el contrato se establecen las obligaciones de cada parte según los servicios contratados. En concreto, la forma y límites de los anticipos, y el tipo de interés, comisiones u otros gastos de la financiación.
El cedente debe entregar los documentos originales. Puede ceder las facturas que desee, pero es común aprovechar el principio de globalidad y pactar la cesión de todas las facturas de un cliente o con un determinado volumen.
Así se logra una gestión más eficiente y se obtiene más liquidez.
En el factoring con notificación, el cedente y/o el factor comunicarán formalmente a los deudores implicados que se ha cedido su crédito.
No es necesario ningún consentimiento por parte de estos, basta con que se les notifique el traspaso de las facturas que les afectan.
Desde ese momento, quedan obligados ante el nuevo acreedor: la compañía financiera, y solo será válido el pago ante ellos.
En este caso, los deudores no son notificados de la cesión de crédito. Al no tener conocimiento pagarán en su momento a la empresa que les ha facturado.
Si el cedente cobra directamente sus facturas queda obligado frente al factor a entregar el dinero correspondiente al crédito anticipado.
En el factoring sin notificación lo que se contrata realmente es un servicio de financiación.
Con la cláusula “sin recurso”, la compañía financiera asume el riesgo de cualquier retraso o impago por parte del deudor.
Esta condición libera al cedente de cualquier responsabilidad y el anticipo que recibe queda protegido. Esta fórmula es un salvavidas frente a la morosidad, impago, insolvencia o quiebra de algún cliente.
Cabe resaltar, que en el factoring sin recurso la financiera no cubre el impago si queda demostrado que se debe a discrepancias comerciales con la factura (por ejemplo, la no conformidad de la mercancía o el incumplimiento de otras obligaciones).
En el factoring con recurso, la empresa que cede el crédito responde por sus clientes.
El factor, llegado el vencimiento, reclamará el cobro en las condiciones y límites que se hayan pactado. Si no consigue cobrar, podrá exigir al cedente el importe que le haya anticipado de las facturas no cobradas, más los intereses.
Cada empresa tiene unas necesidades en función de su volumen de facturas o de la solvencia de sus clientes, tomando como base su historial crediticio.
Estas circunstancias cuentan, pero al hablar de un medio de financiación a corto plazo lo que debe primar es:
Por tanto, hay que seleccionar una fuente rápida y económica como es Circulantis. El objetivo es recibir el dinero de las ventas cuanto antes y al menor coste posible, para no perjudicar demasiado el valor de los activos que se negocian.
La banca es el medio de financiación tradicional en España. Sin embargo, solicitar el servicio de factoring a través de un banco suele penalizar en dos aspectos clave: flexibilidad y coste.
Además, la banca tradicional no suele realizar operaciones de factoring sin recurso, obligando a la empresa a responder ante los impagos de sus clientes.
La opción alternativa pasa por otras entidades financieras de crédito más especializadas en operaciones de circulante, especialmente las que apuestan por la financiación colectiva (crowdlending).
Todas las empresas dedican tiempo y recursos para potenciar sus ventas. Ese esfuerzo se merece que cuenten con fórmulas para superar los riesgos y retrasos en el pago de sus clientes.
La morosidad es demasiado habitual en nuestro país y la sufren, sobre todo, los autónomos y pymes.
Con el factoring se puede anticipar el dinero que se necesite. Y cuenta con opciones de cobertura total como la cláusula “sin recurso”, donde el cobro queda garantizado. Sumando liquidez y seguridad en una misma operativa.
Es un servicio que también ayuda a optimizar las finanzas y ganar solvencia:
La falta de liquidez puede impedir cumplir con las obligaciones contraídas lo que pone en peligro la imagen de la empresa en el mercado.
En resumen, el factoring es una modalidad interesante para autónomos y pymes. Les quita trabajo de gestión y ofrece agilidad y seguridad en el cobro de las facturas.
A veces se sobrevalora el coste de un servicio y no se repara en las ventajas que ofrece o los riesgos que cubre.
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