Exclusión financiera

Los ciudadanos siguen sufriendo de distintas formas la catarsis del sistema financiero. Las conductas poco éticas en muchos casos unidas a un exceso de confianza de los supervisores han traído como consecuencia una corrección sin precedentes que aún estamos pagando.

Uno de los efectos menos visibles es la exclusión financiera, que ahora se manifiesta con una nueva cara tras los procesos de ajustes y concentración bancaria que han reducido paulatinamente el número de oficinas dejando sin servicio (o bajo mínimos) a muchas personas en núcleos de baja población.

¿Qué es la exclusión financiera?

La exclusión financiera es la dificultad o imposibilidad de ciertas personas de acceder servicios financieros ofertados por entidades autorizadas.

Quien mejor lo describió fue Stephen Sinclair en Financial Exclusion: An Introductory Survey., indicando que la exclusión financiera es:

(I)ncapacidad de acceder a los servicios financieros básicos de una forma adecuada. Puede surgir como resultado de problemas en el acceso, las condiciones, los precios, el marketing o la autoexclusión en respuesta a diferentes experiencias o intuiciones negativas

¿Cuáles son los ámbitos de exclusión financiera?

Podemos destacar cuatro condicionantes:

Exclusión operativa

Las nuevas exigencias normativas han obligado a un fuerte ajuste a muchas entidades financieras lo que restringe y condiciona sus servicios.

En muchas zonas se ha reducido la competencia tras la concentración bancaria y los clientes tienen menos opciones ante la falta de competencia, quedando expuestos a precios o comisiones más altos.

Exclusión digital

Es cierto que las operaciones financieras tienen hoy un gran aliado en internet, un entorno cómodo y abierto para buscar inversiones o servicios al menor coste. Pero la brecha digital en nuestro país es muy elevada, con carencias en demasiados lugares para acceder a la conexión de banda ancha.

Un problema que lejos de corregirse aún está aumentando como ha detectado la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). La brecha digital también se manifiesta en la falta de formación y habilidades que excluye a una parte de la sociedad de la operativa online.

Exclusión económica

Es el paradigma clásico de exclusión. La crisis ha dejado a demasiada gente sin trabajo y la desigualdad social ha aumentado los niveles de pobreza. Muchas personas no pueden acceder a ningún tipo de crédito o servicio financiero, algo que también sufren a las empresas con dificultades y que más ayuda necesitan.

Exclusión cultural

La tradición de acudir a la oficina bancaria para solucionar cualquier gestión es un hábito muy arraigado en nuestro país. En general, se miran con recelo otras alternativas, en bastantes ocasiones por falta de información.

Esto impide que muchos ahorradores y empresas puedan aprovechar otras opciones que serían más beneficiosas para ellos. Es una forma de autoexclusión.

Por unas finanzas más abiertas y transparentes

El modelo de  financiación colectiva de Circulantis, es hoy una alternativa esencial para  generar un sistema más eficiente reduciendo los requisitos y limitaciones. Cada vez está llegando a más público y son más reconocidas sus ventajas. Pero hay un obstáculo importante que combatir: es prioritario que las autoridades mejoren la formación y la digitalización en todos los espacios para que se reduzca la gran brecha digital que sufren muchas empresas y ahorradores.

Esto es vital para que todos los ahorradores, autónomos y pymes que lo deseen puedan acceder sin problemas a un mercado de inversión y financiación sencillo, rápido y transparente; configurando una nueva alternativa diseñada para lograr ventajas comunes y mejorar la economía productiva.

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